22 de noviembre de 2006

Los esclavizadores de hoy 2da Parte


El chat, internet, los celulares: la tecnología esclavizadora

Me acuerdo que hace unos años me dio por chatear. Lo hice una vez y se volvió una adicción. Me volví esclavo del chat. Pero tiempo después (meses, tal vez un año) lo dejé y no volví a chatear nunca más. Lo que buscaba en el chat lo encontré, pero no tuve la necesidad de seguir buscando otras cosas; con lo que encontré me bastaba. Y me quedaron buenos recuerdos de esas épocas, lindas amistades, pero ya no me llama hacerlo otra vez. Pero pienso en esos que no lo largaron más. Que se quedaron atrapados en esos encuentros casuales y pasajeros (si no pajeros), jugando muchas veces a ser lo que no se es, buscando quien sabe qué en la persona del otro lado de la pantalla, persona que la mayoría de las veces (si no todas) no pasa de ser sólo letritas en una ventanita del monitor. Y me pregunto, ¿habrá estado Daniel Agostini chateando cuando escribió "La ventanita"? Desde que me dejaste... la ventanita del amor se me cerró...
Pero que pasa con internet en general. El chat no es más que una posibilidad, tal vez la menos útil, de todo lo que se puede hacer en internet. Y sin embargo, la gran mayoría le damos el peor de los usos. Si yo mismo voy a internet más que para ponerme en contacto con mis familiares o amigos lejanos, a ver como le fue a mi equipo de fútbol virtual: armar el equipo para el próximo partido, buscar amistosos, comprar y vender jugadores, seguir el entrenamiento de mis propios jugadores y montón de cosas más, digámoslo, inútiles. Y como yo hay miles, tal vez millones. Gente que se mete tan a fondo en juegos on-line que se olvidan de cosas tan elementales como dormir, por dar un ejemplo. Y sin embargo, lo que se supone que uno hace por diversión, termina haciéndolo por obligación, para que no lo expulsen de la guilda por caso. Muchos duermen con un ojo abierto porque a las 4 de la mañana hay reunión de guilda, o tienen que mover las navecitas que vuelven de una misión así no las pierden. O se la pasan puteando al hijo de puta que les mató a traición su orquito aprovechando que se colgó su maquina, o al negro de mierda ese que armo un complot intergaláctico para borrarlo del mapa. Y ahí pasan de la diversión a la bronca.
Y qué es lo que logran con todo esto. Perderse el mundo. Se olvidan que afuera hay un mundo, que gira, avanza, que sale el sol todos los días y se pierden de tomar un mate el el parque, de salir en las noches a tomarse unas birras en un bar cualquiera, o mover las caderas en el boliche de onda... con gente de carne y hueso. Muchos no saben lo que es ese contacto real con las personas.
Pero no es sólo el tiempo que se pasa uno frente a la computadora. Si yo mismo no voy más de 2 o 3 veces a la semana a un ciber y no estoy nunca más de una hora, salvo contadas exepciones. Pero durante la semana me paso horas, muchas más de las que le dedico a internet, a pensar los siguientes movimientos que voy a hacer con mi equipo. Y así con todo. Cuando no estás frente a la compu las conversaciones con tus amigas giran alrededor del chico (o los chicos) que conociste anoche... en el chat; o discutís con tu vecino porque es mejor tu estrategia y no la de Fulano... para defender tus "colonias planetarias"; o te pasás toda la cena informándole a tu hermanito toda la actualidad de la guerra... que está llevando tu guilda contra la de Mengano.
Pero si de tecnología esclavizadora hablamos, los celulares o teléfonos móviles se llevan el primer premio. Hoy en día, una de cada tres personas sólo te habla de "eseemeses", ringtones, modelos con cámara, sin cámara, con mp3´s o radio, con filmadora y que se yo que otras pelotudeces trae un celular. Porque en este caso sí soy Pilatos. Jamás tuve un celular y por lo que veo tengo pocas ganas de tener uno. El celular es más que un instrumento para hablar, es un instrumento del que hablar. Los que usan celulares tienen un problema "preposicional": hablan "de" y "sobre" celulares, y no "con" o "por" celulares. Y si con esto no te convenzo de lo esclavizadores que son los celulares, hablemos entonces de la finalidad de los mismos. Para qué se inventaron estos aparatitos; para facilitar la comunicación entre las personas. ¿Leíste bien? "Comunicación" puse. ¿Pero de qué comunicación me hablan? Cuando escuche a alguien decirle "esemeseame", pensé que lo había escuchado todo en esta vida. Y a qué se refería con semejante insulto al lenguaje, a recibir un "mensaje de texto" que diga, por ejemplo, "ns jtms a ls 8 n mi ksa." Intenté escribir este "mensaje" fonéticamente pero me resultó imposible. ¿A eso le llaman comunicación? Pero no es sólo la comunicación sin vocales a la que me refiero. La verdad es que ya me arté de intentar entablar una conversación fluida con alguien que carga un celular. Si no interrumpe el diálogo porque alguien lo llama cada 4 ó 5 minutos, se vuelve una sucesión de preguntas con respuestas monosílabas, o, los más considerados (o los menos, según como lo mires), te dicen "dame un segundo" o "aguantá que le respondo" o frases por el estilo.
Por último quiero dejar asentado mi absoluto odio y desprecio por los imbéciles que van por la vereda caminando y respondiendo un mensaje a la vez. Uno no puede hacer tres cuadras seguidas sin tener que esquivar a uno de estos pelotudos porque la señorita o el jovencito están tan absortos en apretar los botoncitos de su celular que no se fijan por donde van. ¿Por qué mierda no se paran 2 minutos a un costado de la vereda, responden y siguen caminando?

La imagen, la madre de todos los esclavizadores

¿Por qué empezaste a fumar? No te acordás seguro, pero sí porque lo hacés ahora. Te gusta el sabor del humo en tu garganta, como calma esa ansiedad que tenés, como dejás de pensar al menos por unos segundos en esos problemas que te agobian y te estresan. Pero cuando ves a pibes de 12, 13 años, tal vez menos, fumando (no tenías esa edad cuando empezaste, un poco más quizás, pero no tantos), ¿en que pensás? No dudo que haya pibes con problemas, que los hay y muchos, pero la mayoría de los chicos de hoy fuman por una razón: los hace ver mayores. Y ahí está la razón de todo: hoy no importa quien sos, si no lo que los demás ven en vos. Si hasta uno toma por imagen: la imagen de esa gorda que no tocás ni con un palo pero después de la tercera botella le das pa´ que tenga toda la noche.
Hoy en día no existe un sentido de identidad en las personas. Todos quieren ser como, parecerse a, todos andan por la misma autopista: grande, comoda, donde todos son iguales; pero pocos se atreven a transitar ese caminito al costado del mundo, estrecho, sinuoso y complicado, no sea cosa que te señalen con el dedo por no parecerte a ellos.
¿Nunca te preguntaste que necesidad tiene un chico de 15 ó 16 años de llevar un celular a la escuela? Incluso vos mismo, ¿tanta necesidad de estar comunicado tenés que no salís sin tu celular? Y que bronca te da cuando te quedás sin carga y no podés responder el mensajito de tu amiga que te dice que está aburrida. ¿Pobre, no? ¿Y todo por qué? Porque se ve bien que tengas un celular. Hoy existís si tenés un celular. Hoy sos alguien si tenés celular. O al menos eso es lo que veo en los ojos de las personas cuando les digo que no tengo uno. No es sólo asombro y curiosidad por encontrase con un "bicho raro", si no también lástima. Bueno, sigánme teniendo lástima, que le voy a hacer.
Sprite tiene razón, la imagen no es nada, es todo. Y esa imagen que querés mostrar a los demás dio a luz un verdadero monstruo entre los esclavizadores: la moda.
Porque no es sólo que vistas igual que el resto y que uses los mismos adornos que los otros, sino que además estés a la moda. Que uses los colores de moda, el corte de moda, las zapatillas de moda, el tipo de ropa y adornos que están de moda. Y así, ahora, en vez de sacar cada seis meses del armario la ropa de verano o de invierno, tirás la que tenés y comprás todo el vestuario nuevo, porque tenés todo verde y este año va el rojo. Pero, encima, todo esto no te alcanza. Porque no tiene que ser una remera cualquiera o unas zapatillas cualquiera, tienen que ser "esa" remera y "esas" zapatillas. La que te dice que sólo lo hagas o las únicas hechas para no hacer nada. Otras no sirven. Y ni hablar de comprarlas en "la cuadra de las felices compras". No, si no la comprastes en el shopping no las usas.
Todo culpa de la imagen. Y como la imagen no perdona a nadie, cometió incesto con la moda y parió el dinero. Porque para verse bien y estar a la moda necesitas guita. Mucha guita. Porque no es lo mismo un celular de 100 mangos que uno d 1.000. Porque no es lo mismo un Renault 12 que un Peugeot 206. Porque no es lo mismo una mesa de caños que un juego de comedor de algarrobo. Porque no es lo mismo un metro de encaje negro a que un negro te... bue, se entendió, ¿no? Y entonces ahora le sumaste una nueva preocupación más a tu vida. La guita no sólo tiene que alcanzarte para el alquiler, la comida y el colegio de los chicos, sino que además la pases bien. Porque ahora si no tenés un plasma de 42" y un home teathrer vas a ver mal las películas. Y cómo vas a mandar a los chicos a la escuela en bondi; no, señor, remise, nuca taxi. Y ni hablar lo superior que te hace sentir las pilchas nuevas que compraste y que cuestan más de lo que gana en promedio un maestro en Argentina. Incluso comiste arroz y puchero toda la semana, pero el domingo le hechaste 10 pesitos al 0 Km, ese que ya no sabés que más empeñar para pagar la cuota, y darte una vuelta por el pueblo a 2 Km por hora, sacando el brazo por la ventanilla. Si hay miseria, que se note. Y si hay sangre, que duela.

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