12 de noviembre de 2006

Sobre la actual condicion social


Algunas observaciones contingentes.


Nihilismo se denomina la condición del hombre en la cual éste comienza a perder ciertas nociones que habían caracterizado el desarrollo histórico del pensamiento humano. Dichas nociones tienen relación con valores tales como igualdad, libertad y fraternidad, valores que fueron el fundamento del laicismo de la modernidad y que se expresaron en la independencia de USA y posteriormente en la Revolución Francesa. La desaparición de esta concepción del mundo se explica por el desarrollo de la técnica y la ciencia, por el uso de la razón. La razón instrumental, que se nutre del pensamiento exacto, esto es, de la lógica y las matemáticas, va en desmedro de todo pensamiento en cuanto tal; el pensamiento no se caracteriza por ser exacto, el pensar más bien se caracteriza por ser especulativo. La actitud nihilista (pasiva) es producto de que el hombre entrega el devenir de la humanidad a la ciencia y la técnica, esto trae como consecuencia un predominio del pragmatismo (y del positivismo) en las sociedades occidentales. Estamos en presencia del “olvido del ser”, como lo denomino casi poéticamente Heidegger. De lo que se trata entonces, es de lo que mucho se ha hablado: la muerte de los metarelatos, la desaparición de los absolutos, la muerte del sujeto, la edad de la ausencia, o resumido en palabras de Nietzsche: la muerte de Dios, todos conceptos que expresan la crisis de la cultura occidental, crisis que comienza en Europa y que se expande por sus colonias americanas. Tal crisis se manifiesta en la despreocupación social por el otro, la apatía, el decaimiento de las luchas sociales y la falta de alternativas de izquierda en la “política oficial” que ocupa el poder en la actualidad.
Como corolario de este fenómeno denominado nihilismo el estado se despreocupa de aquellas funciones claves que en épocas precedentes eran de suma importancia, el desarrollo de los países será entregado a la libre competencia de los privados, la iniciativa personal es privilegiada por sobre los proyectos colectivos. El estado, después de la caída del bloque oriental (el bloque político liderado por la URSS) de la guerra fría, estará dedicado únicamente a dar las garantías para que el capital se desarrolle tranquilamente, el estado se erige como garante y defensor de la propiedad privada articulando la legalidad necesaria que se requiere en pro del crecimiento del poder de los grupos económicos, la “democracia liberal” se fusiona con el poder empresarial.
Las sociedades capitalistas en la actualidad son totalitarias, dictaduras constituidas con la ley y los medios de comunicación, son regimenes sin oposición. Para Hegel el desarrollo histórico es posible gracias a la lucha de dos autoconciencias, el esquema hegeliano supone para su evolución un contrario, pues bien, el sistema neoliberal ha eliminado a ese contrario, se articula bajo una lógica que solo tiene como norte el libre mercado. Esto queda de manifiesto en el Chile actual que se erige como uno de los mejores alumnos del modelo neoliberal, un sistema en el cual existen dos grandes bloques políticos (derecha y concertación) que defienden con dientes y muelas la herencia política dejada por la dictadura: un sistema político que privilegia los intereses, la usura y el robo de las grandes transnacionales, un sistema que no escatima en transar valores y principios, que perpetua la injusticia social, que destruye el medio ambiente sistemáticamente. En la actualidad el nivel de vida de las grandes megapolis no es precisamente alentador: smog, inundaciones producidas por la pavimentación masiva y la construcción de viviendas en sitios no aptos, erosión de sus tierras, además de la explotación indiscriminada de bosques y ecosistemas. Recalentamiento global y pandemias son las predicciones dantescas de los científicos para el futuro.
Un sistema antiético y descarado, incapaz de escuchar las reales y urgentes demandas de la sociedad, configurado por la propaganda mediática que emite patrones de conducta al servicio del sistema, un sistema de vida donde la realidad y ficción se confunden, en el cual se pretende mostrar una forma de vida, con valores y costumbres bien definidos, constituyéndose en guías de acción para la sociedad, donde el marketing es todo: el cine, el arte y la música reproducen el sistema, configuran el pensar del sujeto en la sociedad. El hombre en este sistema no toma conciencia de su situación, pero aún así sabe que vive en un medio adverso, que lo obliga a ser competente, productivo. Éste estilo de vida no tiene nada de libre, puesto que el sujeto en la actualidad no elige, el hombre que ha encontrado el rumbo, la salida a sus históricos conflictos, es un autómata que busca el poder para conservar el sistema imperante, no le interesa cambiarlo. El hombre que ha encontrado la felicidad en la democracia liberal parece ser un completo inepto, tiende hacia la idiotez y la frivolidad del consumo.
Como bien es sabido, el proyecto capitalista, no ha cumplido sus preceptos: el desarrollo tecnológico traería consigo un aumento de riquezas lo que provocaría que las arcas se rebasaran, abundancia que produciría el “efecto chorreo”, en el cual todos tocaríamos los frutos de tal progreso. Efectivamente el desarrollo tecnológico trae una abundancia de riquezas, pero tal abundancia provoca que sus creadores agranden sus arcas, de esta forma dicho efecto no se produce. El derecho a la salud, vivienda y educación no son garantías en las sociedades capitalistas, ya que la libre competencia crea educación para ricos y educación para pobres, cuestión que también se observa en salud y vivienda. Más aún, la educación opera como sustento de éste sistema: la educación está orientada a crear mano de obra barata, enfatiza la instrumentalización de la educación. La prioridad es la formación de científicos y técnicos altamente capacitados, en desmedro de las ciencias humanas, éstas últimas en el total abandono. Poca inversión e infraestructura son la tónica y la política de los estados actuales para el desarrollo del espíritu: el hombre pensante no es la prioridad para la democracia liberal, más bien busca seres autómatas, reproductores del modelo, tuercas humanas para la maquinaria productora de bienes y servicios.

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