11 de diciembre de 2006

Un poco de Simbolismo


Introducción al diccionario de símbolos de J.C.Cooper



El estudio del simbolismo no es una simple cuestión de erudición; tiene que ver con el conocimiento que tienen los hombres de si mismos. El simbolismo es un instrumento de conocimiento y el método de expresión más antiguo y fundamental, revelador de aspectos de la realidad que escapan a otros modos de expresión.
Aunque la dimensión total de símbolo no pueda ser captada por la palabra escrita, existe, sin embargo, un amplio corpus simbólico que se ha convertido en tradición a lo largo del tiempo, y constituye, a su vez, un lenguaje internacional que trasciende los límites normales de la comunicación. Mas aun, podemos decir que, si bien es imposible limitar el símbolo a un simple significado y definición, si podemos proporcionar o indicar un punto de partida para un viaje de exploración en dos direcciones, una búsqueda de la mente y el espíritu, de profundidades interiores y alturas externas, de lo inmanente y lo trascendente, de los planos horizontal y vertical. El uso simbólico, mediato en si mismo, puede conducir a lo inmediato y a la aprehensión directa.
El simbolismo no solo es internacional, si no que va extendiéndose con el paso de los siglos. Tiene “la virtud de contener en unas cuantas líneas convencionales el pensamiento de distintas épocas y los sueños del genero humano. Enciende la imaginación y nos lleva al reino del pensamiento no verbal” (Lin Yu-tang). Este pensamiento no es el del yo individual; el símbolo no puede crearse artificialmente o inventarse por mor de una interpretación y capricho exclusivamente personales: trasciende lo individual para alcanzar lo universal y es innato en la vida del espíritu. Es la expresión externa o inferior de la verdad superior que es simbolizada, y es a la vez una forma de comunicar realidades que de otro modo se verían oscurecidas por las limitaciones del lenguaje o serian demasiado complejas `para ser expresadas con propiedad .Así, el símbolo no es una simple forma, como en el caso del signo, ni puede ser entendido fuera de su contexto religioso, cultural o metafísico, es decir, el terreno donde tuvo su origen. El símbolo es la llave que permite acceder a un ámbito que lo supera y supera también al hombre que lo emplea. Según Coleridge,”Un símbolo […] siempre participa de la Realidad a la que da sentido; y al tiempo que enuncia al todo, sigue siendo una parte viva de esa Unidad a la cual representa”.
El símbolo no se limita a equiparar; ha de revelar una parte esencial del tema que se intenta comprender. Contiene el vasto ámbito de las posibilidades en continua expansión y permite la percepción de las relaciones fundamentales entre formas y aspectos aparentemente diversos.
En rigor, el símbolo difiere del emblema y la alegoría en que expresa y cristaliza algún aspecto o experiencia directa de la vida y la verdad, y se transciende, por lo tanto, a si mismo.
De otro lado, las fronteras entre los territorios gobernados por estas estrechas relaciones pueden estar tan mal definidas que una nos lleve a la otra, estableciendo un puente que podamos luego cruzar en ambos sentidos. Aunque el símbolo capta e integra abstracciones para luego integrarlas en su contexto efectivo, puede operar en múltiples niveles a la vez; el emblema o atributo es por lo general una descripción concreta, pero a su vez puede expresar una cualidad simbólica. Así, los tributos y emblemas de las divinidades pueden ser también símbolos del cosmos, de sus leyes y funciones. Estamos en gran mediada ante un fenómeno sincrético, ya que no es necesario que un símbolo emerja de una única fuente si no que puede adaptarse o responder a diferentes épocas, religiones, cultos y civilizaciones .El carácter exclusivo de los símbolos es un rasgo de primitivismo e inmadurez; el símbolo es inclusivo y expansivo, pudiendo existir muchas y diversas aplicaciones del mismo símbolo que a su vez pueden convertirse en ambivalentes o polivalentes según sean sus conexiones subsidiarias. Un símbolo tambien puede poseer tanto un significado esotérico como exotérico, con lo que la interpretación mas obvia y común no es necesariamente completa y puede ser en realidad una verdad a medias: puede revelar y ocultar al mismo tiempo.
En general el simbolismo tiene que ver directamente con la interacción dramática de las fuerzas contrarias que operan en el mundo dual de la manifestación, con sus características contradictorias, pero a la vez compensadoras y complementarias, y con su unión final simbolizada por el andrógino o el matrimonio sagrado. Estas fuerzas son expresión de la unidad de la vida, que es el punto central de todo simbolismo tradicional. Así como el Árbol de la Vida, entendido como elemento axial y unificador que se muestra o bien siempre verde o eternamente renovado, se yergue en el centro del Paraíso y el manantial a sus pies da origen a los Ríos de la Vida, así también el pensamiento y la aspiración del hombre, expresados en el mito y en el símbolo, se centran en la unidad y la vida.
El simbolismo tradicional da por sentado que lo celestial es primordial y que lo terrestre es solo un reflejo o imagen de lo celestial: lo superior contiene el significado de lo inferior. Lo celestial no es solo primordial si no eterno, y confiere al símbolo ese poder inextinguible que se mantiene efectivo a lo largo del tiempo y continua siéndolo hasta el punto de evocar el sentido de lo sagrado y conducir a un poder que lo trasciende.
El simbolismo es básico para la mente humana. Ignorarlo significa padecer una deficiencia importante; es esencial para el pensamiento, por lo que el símbolo perfecto debería satisfacer cada aspecto del hombre; su espíritu, su intelecto y sus emociones. Todos los ritos religiosos tienen un significado y una cualidad simbólica sin cuya comprensión se convierten el vacíos y “supersticiosos”. Existe en los ceremoniales un amplio simbolismo, de actitudes y posturas, como vemos en los mudras y las posturas suplicantes o de sumisión, o en la orientación de la oración y el culto, el sonido y el movimiento; todo ello profundamente significativo y entretejido en la trama de la naturaleza humana y de sus necesidades. Según dice Dean Inge de los símbolos “Ser indiferente a los símbolos, no es, como muchos han supuesto, una señal de iluminación y espiritualidad. De hecho constituye un síntoma de enfermedad”. Mircea Eliade aprecia en la recuperación del simbolismo la oportunidad de “rescatar al hombre moderno de su provincianismo cultural y, sobre todo de su relativismo histórico y existencial”.
Finalmente debemos señalar que ningún diccionario de símbolos puede esperar ser completo, ya que el símbolo es un ente vivo y en continua expansión.

J.C. Cooper.

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